Como pulga tenía poco futuro y probablemente moriría en el anonimato. Tal dilema me hería en alguna medida mi diminuto orgullo de ser ínfimo. Así que, un buen día me encontré a un amigo en un salto entre perro y perro, y me contó que durante algún tiempo vivió en un blog. Me comentó que era el sitio ideal para darse cierta importancia y que encontraría la forma de hacerme notar, por lo menos más que una simple pulga. Así que aquí estoy. No se cuanto tiempo me quedaré, pero iré dando de salto en santo entre blog y blog para hacer amigos. Ya saben, soy la pulga irreverente y en la medida de los posible haré justicia a mi apelativo.
Para terminar la entrada, de regalo una estampita de Aria Giovanni para que no se vayan de vacío, por si mañana cierro el chiringuito...
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